Mañana debuta una nueva expansión de Path of Exile, juego gratuito que se financia con microtransacciones (en especial, las de espacio de almacenamiento). Se trata de un juego en permanente evolución, con una comunidad cuya participación no solo se acepta si no que se fomenta y promueve.
Como contrapartida tenemos este juego, perteneciente a una compañía que tiene por política NO comunicarse con su comunidad, que la ignora, que no le informa qué es lo que está haciendo para mejorar el juego ni, menos aún, cuál es el futuro de este; que no hace caso de sus solicitudes, incluso de aquellas tan básicas y necesarias como un mayor espacio en el alijo.
Los usuarios de POE tendrán, en el futuro, amplia información acerca de las novedades y evolución del juego. Los de Diablo 3 (o de Diablo 4, si se confirma lo que algunos creen que está diseñando Blizzard), no tendrán ninguna, como ha ocurrido en el pasado y ocurre tristemente hoy, cuando da pena visitar estos foros donde penan las ánimas. En tales circunstancias, es pertinente preguntarse si vale la pena invertir en un juego donde sabemos que, después que salga al comercio, la compañía nos aplicará la ley del hielo. Tal como lo hizo en Diablo 2 y en Diablo 3.
Qué pena que una saga con tantas perspectivas haya caído en manos de una compañía tan miope, indolente, despreciativa y displicente como Blizzard.