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Escritos de Abd al-Hazir/Borderlands

Borderlands, traducido como Tierras Fronterizas, es el número de entrada 006 de los Escritos de Abd al-Hazir, un relato corto publicado el 21 de agosto de 2009[1].

Texto[editar | editar código]

Tras mi encuentro con la atroz trilladora de dunas (ver Encuentro con la muerte en las dunas, entrada nº 004), se podrían estimar lógicas mis dudas a aventurarme en las tierras inhóspitas que rodean Caldeum. Todo aquel que haya puesto los pies sobre el territorio amarillento y abrasador de las Tierras Fronterizas y que haya observado sus vastas extensiones de baldíos arenosos y enturbiados con fauna terrorífica comprendería perfectamente este sentimiento.

No obstante, no siempre ha sido así. Hace años podría haberme aventurado en ellas sin preocuparme por mi seguridad. Aunque las Tierras Fronterizas se consideran como uno de los hábitats más salvajes de nuestro mundo, sus dominios mortíferos no amedrentaron la fuerza del esplendoroso Caldeum.

Originariamente, las Tierras Fronterizas carecían de todo excepto de los más empedernidos (algunos dirían enloquecidos) prospectores hasta que se edificó la gran ciudad militar de Lut Bahadur (que literalmente significa "ciudad de la puerta") para mantenernos a salvo de los lacuni que moraban en los acantilados lejos de Caldeum. La protección solitaria de Lut Bahadur de los baldíos desolados terminó hace cuatrocientos años cuando se descubrió un mineral precioso en la región conocida como Vientos Lacerantes. La ciudad de Alcarnus se estableció rápidamente como el centro minero de toda la zona, con otras bases más pequeñas que fueron surgiendo más tarde. Cuando se descubrió el oasis de Dahlgur y se erigió una tercera ciudad allí, el dominio de Caldeum sobre las Tierras Fronterizas fue absoluto. Las Tierras Fronterizas podían estar seguras de recibir suministros frescos para comer y beber de las caravanas de Dahlgur, protegidas por el poder de la Guardia de las dunas de Caldeum.

Pero Hakan II, nuestro joven e inexperto soberano, ha creído apropiado retirar el apoyo de Caldeum a los baldíos y dejar a aquellos que allí viven a su aire. Ahora ninguna caravana está a salvo, y los refugiados de las Tierras Fronterizas llaman a golpes a las puertas de Caldeum en olas infinitas de humanidad desplazada, desesperada por recuperar la seguridad que nuestra ciudad otrora proveía. He hablado largo y tendido con esta pobre gente, y las historias que cuentan darían que pensar hasta al aventurero más aguerrido. A pesar de que sus historias acerca de la tentativa de un culto secreto de crear un ejército demoníaco son, sin duda alguna, exageradas por su falta de conocimiento en este tipo de asuntos, su histeria y sufrimiento me han convencido de que algo terrible acecha en las Tierras Fronterizas.[2]

Referencias[editar | editar código]


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