Hace ya unos años, casi 5, exactamente en el tercer curso de la ESO, mi profesor de castellano nos hizo utilizar una hora de todos los jueves durante cerca de dos meses para leer un libro el cual es lo que mas agradezco que me hayan mandado hacer en toda la ESO y probablemente lo que mas agradezca de todos los cursos escolares que he hecho en estos casi 19 años. El libro en cuestion es Marina, de Carlos Ruiz Zafon. No voy a mentir, nunca me ha llamado la atencion leer, nunca me he puesto a leer un libro por voluntad propia, a excepcion de este libro, que jure en su momento y que por desgracia no recorde dicho juramento hasta que llegue ayer al final del libro de nuevo, que nunca mas lo volveria a leer.
Marina es un libro basado en la Barcelona de finales del siglo XX, cuyo protagonista es Oscar Drai, un chico perdido en la vida sin una familia real y internado en un colegio catolico de Barcelona. Durante uno de sus preciados paseos por la ciudad, recorriendo unas calles absorbentes y enigmaticas, encontro una casa especial y diferente a todas las demas. Alli encontraria a su verdadera familia, Marina, una chica adolescente igual que Oscar, y German, el padre de Marina, un hombre de avanzada edad con una educacion y amabilidad sin precedentes. Marina y Oscar, juntos, descubriran el secreto que guarda una de las antiguas empresas mas importantes de Barcelona y se enfrascaran en una historia que mezcla lo real y lo ficticio para crear esta obra de arte.
Como obviamente se puede deducir del tema, aqui me gustaria que la gente del foro me recomendase libros, pero se que en el fondo, he hecho todo este post para encontrar a alguien que se haya leido Marina y poder comentar este libro en particular, ya que es la historia mas emotiva que he visto jamas, y tal y como me paso hace 4 años, al volverlo a finalizar no soy capaz de quitarmelo de la cabeza.
Fragmento de una parte del final del libro de Marina. No contiene Spoilers:
-¿Marina? -llamé.
El viento se llevó mi voz. Rodeé la casa buscando la puerta trasera
que comunicaba con la cocina.
Estaba abierta. La mesa, vacía y cubierta por una capa de polvo. Me
adentré en las habitaciones. Silencio. Llegué al gran salón de los
cuadros. La madre de Marina me miraba desde todos ellos, pero para
mí eran los ojos de Marina...
Fue entonces cuando escuché un llanto a mi espalda.
Germán estaba acurrucado en una de las butacas, inmóvil como una
estatua, tan sólo las lágrimas persistían en su movimiento. Nunca había
visto a un hombre de su edad llorar así. Me heló la sangre. La vista
perdida en los retratos. Estaba pálido. Demacrado. Había envejecido
desde que le había visto por última vez. Vestía uno de los trajes de gala
que yo recordaba, pero arrugado y sucio. Me pregunté cuántos días
llevaría así. Cuántos días en aquel sillón.
Me arrodillé frente a él y le palmeé la mano.
-Germán...
Su mano estaba tan fría que me asustó. Súbitamente, el pintor se
abrazó a mí, temblando como un niño. Sentí que se me secaba la boca.
Le abracé a mi vez y le sostuve mientras lloraba en mi hombro.